
Pocas veces pasa de ver a un equipo uruguayo de rugby en un partido definitorio contra un rival parejo y pensar: este equipo hoy no puede perder.
Eso nos pasó seguramente a muchos en algún momento del primer tiempo de la final en la que Peñarol Rugby venció a Dogos XV 35-34 (un final un poco absurdo teniendo en cuenta que el aurinegro llegó a ir ganando 35-13 hasta los 69’) para quedarse con el SúperRugbyAméricas por tercera vez. Más allá del afloje del final, Peñarol hizo un partido casi perfecto hasta los 60, cumpliendo cada cosa que se propuso. Fue fuerte en sus mayores fortalezas (line, maul, pelota rápida, contacto, defensa), bancó en sus mayores debilidades (scrum) y hasta lo transformó en un arma, y desnorteó a un equipo que perdió sus herramientas cuando la tuvo cuesta arriba y demoró más de 65 minutos en encontrarlas, lo suficiente para que el manya gritara campeón.
Es el tercer título en cuatro años, pero además no es un año cualquiera: es año de eliminatoria para Los Teros, que tiene una simbiosis enorme con Peñarol, porque tiene al 80% del plantel celeste. Por eso era clave para todos en la Unión De Rugby del Uruguay tener un buen primer semestre, que fortaleciera al plantel tras un mal SRA 2024, y dos ventanas de Los Teros que no terminaron de convencer. Es un envión anímico enorme pensando en la eliminatoria, pero además, la ratificación de que, desde el juego, el equipo se encontró a sí mismo. Y aun con debilidades, se miró al espejo y supo cómo solucionarlas.
Peñarol sabía en lo que era fuerte. El maul, ya sea como plataforma de ataque específico, pero también como forma de poner el equipo adelante y agrupar rivales para lanzar a sus backs en carrera. Para eso necesitaba obtener con seguridad y limpieza en el line, cosa que a lo largo del torneo tuvo muchos altibajos: cuando perdió el line y el scrum fueron los peores momentos del juego.
La velocidad de sus backs también era una fortaleza manifiesta. Sea abriendo con velocidad a la punta, sea con señuelos para una segunda ola de ataque, sea ganando contactos en juego vertical para tener rucks raídos y yendo hacia adelante. Y como dice cualquier manual de rugby, para que los backs tengan pelotas claras, los forwards tienen que obtener.

Bueno, esta noche Peñarol tuvo todo eso. Y si a eso sumamos que Dogos defeccionó claramente hasta los 60 minutos, el equipo de Ivo Dugonjic lo pasó por encima.
Primero, saliendo a jugar. Peñarol era el equipo que menos pateó en el torneo, y aunque una final siempre llama a ser cauto, lo volvió a cumplir. Pateó cuando era necesario, y sobre todo planteó el juego donde quería, para ir a buscar al rival en el duelo físico en campo rival. Una patada de Bautista Basso logró un 50-22, la jugada siguiente fue con line, maul, penal, otra vez line que obtuvo, generó un maul que avanzó, y luego pases rápidos a la punta y try de Basso. 7-0. Simple y efectivo, lo que se necesita para una final.
Peñarol tenía una final aparte en el scrum. Fue su gran punto flojo del año, y Dogos lo fue a buscar ahí. Pero justo en la final fue cuando se sintió más cómodo: pelota rápida para el hookeo y para que la agarre el 8, Diana que ganó metros (como siempre), un par de fases verticales y pase a la punta pta otro try de Basso. A, B, C. Rugby de partidos importantes. 14-0

Dogos pateaba mucho y mal , y le hacía más fácil el trabajo al carbonero para jugar en campo rival. Además, en las pocas veces que lograba cruzar la mitad de la cancha, se encontraba con una roca defensiva y se iba a campo propio con penales.
Tan cómodo se sentía con el scrum, que de ahi salió el tercero: obtención rápida, jeugo vertical con Farisse, una fase más y try de Civetta. 21-3. Dogos descontó en la última, para un 21-8 que, visto lo del primer tiempo, era un enorme negocio para los cordobeses.

Pero de verdad, lo del principio: Peñarol no podía perder. Tenía las cosas muy claras, algo que puede pasar muchas veces, pero además las llevaba a la práctica, algo que no ocurre siempre. En el segundo tiempo, pelota recuperada en ataque, corrida de Ferrario -ese pibe de 20 años que se ganó su lugar y en la final jugó 78 minutos por la lesión de Facciolo- knock on intencional de Baronio: penal y amarilla: line, maul, scrum que obtiene, Diana va para delante (cuando no) try. Uno todo bien, otro todo mal: 28-3
Y a los cinco minutos, line, maul, ventaja de penal. Basso ganando un contacto (cuando no) Diana yendo para adelante (si, de nuevo), pase a Santi Alvarez, try. 35-8 y partido liquidado a los 51.
Luego el equipo se desconcentró. Empezó a pensar en el reloj más que en el partido. Se cansó, se dejó estar, Dogos reaccionó. Por fin logró superioridad en el scrum, consiguió penales y un try a los 60 para el 35-13. Y luego la rareza de otros tres tries: a los 71, 78 y 80 para el 35-34 final que no tiene mucho que ver con el partido.
Peñarol campeón. Porque fue maduro, porque se miró al espejo y no se mintió, y jugó con sus fortalezas y debilidades. Trabajó hasta el hartazgo, y parió una identidad. En un año mundialista, significa mucho saber que el equipo se conoce, y no se miente. Eso le permitió ganar su tercer Super Rugby Américas. Y es un buen argumento para confiar en clasificar directo al Mundial cuando se pongan la celeste.

Noticia rastreada 14 de junio 2025 - 18:15 CET @bostero.dev