
Tan viejo como el fútbol es que un empate no siempre refleja reparto de alegrías y frustraciones en partes iguales. Muchas veces deja traslucir elementos que admiten que de un lado se perciba como victoria y del otro como derrota.
En este caso, en el 1-1 de este domingo en el Gran Parque Central entre Nacional y Peñarol por la segunda fecha del Torneo Apertura, no hubo un ganador ni un perdedor claramente definidos, aunque las transparencias dejaron algunas sensaciones que confunden, porque la temporada recién asoma pero la tabla empieza a mostrar realidades.

Por lo pronto, el clásico en la segunda fecha es justo con la deportividad, porque así lo estableció el azar del sorteo de la Liga AUF Uruguaya al que todos ingresaron en condiciones iguales, pero, sin dudas, le quitó al Torneo Apertura la posibilidad de agregar un plus de emociones al cierre del campeonato.
Y si el clásico se juega en la segunda fecha, con equipos en plena etapa de ajuste y en una cancha en pésimas condiciones, queda poco margen para esperar algo más de lo que ofrecieron.
El enorme problema que debe resolver Nacional: ¿le conviene mantener su localía en el Parque?
Hacía tiempo que el campo del Gran Parque Central no estaba tan mal, y no existe posibilidad de que logre un nivel óptimo hasta el invierno, lo que se plantea como un mal presagio para Nacional y para cualquier equipo que pretenda jugar al fútbol en esas condiciones.
¿Te acordás que Nacional y Peñarol se quejan, con razón, de las pésimas condiciones que suele ofrecer el Tróccoli y no quieren jugar allí? Por estos días, el Parque Central tiene la peor cancha de lo que se pudo observar en Primera división, a riesgo de que los futbolistas sufran lesiones, porque está llena de arena, y sin posibilidades que en el corto plazo puedan revertirlo.

Si Nacional decide seguir compitiendo en ese terreno de juego, por más compromiso que tenga con palquistas y butaquistas, estará comprometiendo sus opciones deportivas y aspiraciones de jugar al fútbol.
Es cierto que el juego de Nacional no ayuda a que este equipo empiece a volar futbolísticamente, pero en estas condiciones, en esa cancha, definitivamente no tendrá posibilidades de despegar.
Por estas horas es uno de los asuntos más importantes que debe resolver el entrenador Martín Lasarte, el director deportivo Sebastián Eguren y el vicepresidente y encargado del fútbol Flavio Perchman.
Diego Aguirre y Peñarol se sacaron un peso de encima en el Gran Parque Central
En el clásico pudo ganar Nacional. También pudo ganar Peñarol. El empate reconoció el esfuerzo de los dos, que dieron el máximo de sus expresiones anímicas, aunque futbolísticamente transitaron lejos de lo que pueden dar estos planteles.

De todas formas, en ese análisis, Diego Aguirre se sacó un peso de encima porque llegó al Gran Parque Central en condiciones que no fueron favorables:
Nacional, entre su juego, sus hinchas y la cancha, tiene más problemas que el campo del Parque
Nacional, en plena etapa de ajuste de un plantel que está bien integrado, balanceado, con figuras importantes pero que necesita tiempo de rodaje para andar, sigue dejando más dudas que certezas y no termina de dar alguna buena señal.
Cuesta entender la forma en que Nacional termina saltando líneas a pelotazos para que, en este clásico, Diego Herazo se transformara en el héroe, cuando la lógica del funcionamiento indica que no es la forma para llegar al éxito.

Nacional extraña al verdadero Nicolás López, de bajísimo rendimiento por estos días. El delantero tiene que ser el líder futbolístico de este equipo, pero no termina de encontrar el punto para que ello ocurra.
También está extrañando que alguien asuma el liderazgo futbolístico en el mediocampo y permita que la pelota transcurra con criterio y sentido por todas las líneas.

El punto a favor que le quedó en este clásico a los tricolores fue el debut de Luciano Boggio. Un jugador que tiene enormes condiciones y que podrá transformarse en el referente que necesita este equipo. La sociedad con Christian Oliva fue lo único rescatable del partido del domingo. Porque Oliva es todo lo que necesita el tricolor en una parte del funcionamiento del mediocampo y Boggio el socio ideal para completar la construcción ofensiva.
Nacional tiene un gran equipo con Mejía y Coates, ahora con el colombiano Millán, para construir seguridad desde el fondo.
Oliva-Boggio se encargarán de ese caudal que debe fluir desde el mediocampo, pero está faltando lo más importante: el juego por las bandas y la profundidad que exige el fútbol.

Lucas Villalba tiene que transformarse en el motor fuera de borda. Jeremía Recoba demostró que es especialista en clásicos (¡qué golazo anotó!) y que tiene mucho para darle a este equipo.
Eduardo Vargas agregará calidad, y Rómulo Otero promete, pero por ahora no pasa de allí.

Nacional está en etapa de formación y ajuste, pero también el fútbol empieza a exigir resultados y sobre todo señales que puedan brindar confianza y tranquilidad.
Este equipo de Lasarte está muy lejos de eso, más allá de lo meramente estadístico de un punto ganado en seis.
Todo esto deja entrever falta de equilibrio emocional y futbolístico que empieza a pedir certezas.

Y para nada colaboran los hinchas tricolores con el objeto que lanzaron desde la tribuna y agredieron a Jaime Báez, o con la petaca de vidrio que unos minutos después cayó en el mismo lugar, a riesgo de que el árbitro suspendiera el partido y conspirando contra el empuje que en ese momento mostraba el equipo de Lasarte. Además de las sanciones que aplicará la Comisión Disciplinaria de la AUF.
Entonces, una cancha en pésimo estado, hinchas que no entienden que lanzando un objeto a jugadores rivales solo perjudican a su equipo y una oncena que no arranca futbolísticamente, llenan de dudas el inicio del año y piden a gritos alguna señal.
Noticia rastreada 10 de febrero 2025 - 05:15 CET @bostero.dev