
La selección uruguaya que dirige Marcelo Bielsa asistirá hoy, jueves a la hora 20.30, ante Perú, en el Estadio Centenario, a un acontecimiento histórico. Por primera vez clasificará a cinco mundiales consecutivos (2010, 2014, 2018, 2022 y 2026, y serán seis con el de 2030), y es suficiente razón para imaginar por estas horas la euforia que estaría viviendo el hincha, las entradas agotadas y la expectativa de volver a ver a las grandes figuras mundiales vistiendo de celeste en el Estadio Centenario.
Sin embargo, la realidad devuelve una imagen muy diferente.
Uruguay firmará su clasificación al Mundial en medio de la apatía, de la frialdad en el vínculo y de la distancia con el hincha de la selección, que no consigue llenar estadios, y cuando lo logra es porque la maquinaria de marketing de la AUF refuerza estrategias regalando entradas, generando espectáculos musicales que por sí mismo acercan a su público y activando un entorno que naturalmente debería responder de otra forma, por la pasión y la cercanía que heredaron de aquellos equipos de Diego Forlán, Diego Lugano, Diego Godín, Luis Suárez y Edinson Cavani.
Cuando en mayo de 2023 el entrenador fue presentado al frente de la selección, sumado a aquel comienzo arrollador de setiembre, octubre y noviembre de ese año (con triunfos ante Argentina en Buenos Aires y frente a Brasil en el Estadio Centenario) y con actuaciones que jamás se habían visto para un combinado uruguayo, en el contenido y la forma de su juego, el hincha de la selección asistía a un escenario de emociones increíbles, de intensidad en el vínculo y de admiración por ese descubrimiento tempranero del argentino que había generado algo especial.

No obstante, lo que ocurrió semanas después a partir de enero 2024 (fracaso en el preolímpico en Venezuela), el bochornoso y violento final en la Copa América de EEUU (que le costó duras sanciones a los futbolistas de la selección), el escándalo que se generó tras la decisión de Luis Suárez al anunciar su retiraro de la celeste (setiembre 2024) por diferencias con Bielsa, y lo que siguió en la película de las Eliminatorias para el Mundial, desactivaron aquel fenómeno extraordinario, y quedó todo en modo suspenso.
Ahora, el 4 de setiembre de 2025, Uruguay llega al cierre de las Eliminatorias con firmes posibilidades de culminar segundo en la tabla de posiciones, detrás de la arrolladora Argentina de Lionel Scaloni, lo que representará un enorme éxito.

A dos fechas del cierre del clasificatorio, Uruguay, que tiene 24 puntos y está cuarto, enfrenta a Perú y Chile, ambos eliminados. Dos resultados lógicos indican que Uruguay podrá llegar a 30 puntos.
Ecuador (segundo con 25 puntos) cierra con Paraguay de visitante y Argentina de local. Difícil que gane el 100% de los puntos. En ese caso quedará por debajo de Uruguay.
Brasil (tercero con 25) ante Chile de local y debe subir a la altura de La Paz para enfrentar a Bolivia. Peligra sus seis puntos.
Paraguay (quinto con 24) será local ante Ecuador y visita a Perú. Está por debajo de Uruguay en diferencia de goles, por tanto necesita ganar los seis puntos y golear para superar a los celestes.
En cualquier escenario, con los seis puntos que podrá sumar este jueves ante Perú y el martes en Chile, Uruguay cerrará un clasificatorio que deja un buen sabor de boca por la ubicación en la tabla.
Sin embargo, la cancha sigue devolviendo sabor a poco.
Ese sabor a poco se traduce en el absurdo registro de que a dos días del partido ante Perú se llevaban vendidas 26.500 entradas, cuando la AUF inició campañas para seducir a los hinchas, con el objetivo de llenar el Estadio Centenario.
Esta vez no corre la excusa de los precios, porque para Uruguay vs Perú las entradas populares tienen un costo similar a Peñarol vs Plaza por el Torneo Clausura el fin de semana.
En este contexto, con Uruguay clasificando en la penúltima fecha, jugando en el Estadio Centenario y con todos los cracks en el césped bajo la gestión de Bielsa, el único escenario a esta altura del proceso era entradas agotadas.

¿Qué ocurrió? Bielsa logró con la selección el efecto contrario. Aquellas promesas y sueños decantaron en esta frialdad que duele y que obliga a los futbolistas a generar revulsivos para volver a meterse en la piel del hincha.
Es responsabilidad del entrenador argentino terminar de seducir al hincha, a los uruguayo que tienen un paladar exigente. Que no se conforman con el brillo de algunas actuaciones, ni con una muestra del fútbol de Bielsa, sino que quieren el carácter que exige la historia de la celeste potenciado con la calidad de la propuesta del técnico.
Bielsa aprendió en este tiempo en Montevideo, que Uruguay no es Chile. Que Uruguay tampoco es Argentina. Que la celeste no es ninguno de los lugares en los que trabajó el entrenador. Que la celeste es una marca con historia, con una historia que tiene mucho peso propio y que le exige al entrenador el salto de calidad que aún tiene pendiente. Entonces, cuando al hincha le dan algo a medias, como lo que ofreció hasta ahora el entrenador, no anda con rodeos para plantear sus diferencias.
Este jueves tiene que ser un día de celebraciones para el fútbol uruguayo. La selección habrá cumplido su objetivo de ir al Mundial 2026, y Bielsa mostró en 28 meses que puede llevar a la celeste a brillar o a opacarla, sin términos medios. Y también aprendió que tiene un pendiente con los hinchas uruguayos.
Para ello le quedan ocho partidos (dos por mes en setiembre, octubre, noviembre de este año y en marzo del próximo) y un noveno de despedida de junio 2026, que están encerrados en un período de ocho meses antes del Mundial que les permitirán el entrenador la gran oportunidad de conducir (sin fundirlos, como lo hizo en la Copa América, ni generar resquebrajamientos como los que vivió con Suárez) a sus jugadores para que sean capaces de cautivar a los hinchas, que en definitiva son los que avivan el fuego sagrado que devuelve la cancha.
Noticia rastreada 4 de septiembre 2025 - 00:46 CET @bostero.dev