
Sábado, 11 de junio de 1955 a las 18:28 locales: el Mercedes 300SLR pilotado por el francés Pierre Levegh golpea a otro monoplaza delante de unas tribunas repletas durante la 23ª edición de las 24 Horas de Le Mans y sale disparado envuelto en llamas hacia la multitud.
Este miércoles se cumplen 70 años de la mayor catástrofe de la historia del automovilismo, apenas tres días antes de que comience la 93ª edición de esta mítica carrera de resistencia, una de las grandes citas anuales de los aficionados al motor.
En ese accidente ocurrido en 1955 fallecieron 82 personas, entre ellas Lavegh, y más de 120 personas resultaron heridas, si bien nunca se estableció un balance definitivo.

Pese al desastre, la carrera no se detuvo y el inglés Mike Hawthorn (Jaguar), implicado indirectamente en el accidente, cruzó la línea de meta en cabeza para hacerse con la victoria, que celebró con champán.
Champán para el vencedor
La consecuencia inmediata de aquella catástrofe fue la retirada inmediata de Mercedes-Benz de las competiciones automóviles. La estrella plateada tardó 30 años en volver a los circuitos.
Después de la tragedia, Suiza prohibió cualquier forma de carreras automovilísticas (con raras excepciones) hasta 2022.
El director de carrera en aquel momento, Charles Faroux, que ocupaba esa función desde los inicios de la legendaria prueba de resistencia en 1923, justificó más tarde que tomó la decisión de no parar la carrera para evitar que los cerca de 300.000 espectadores presentes abandonasen el circuito a la vez, bloqueando los accesos de vehículos de auxilio.
Con alicientes como el duelo entre Mercedes-Benz y Jaguar, arbitrado por Ferrari y Aston Martin, o la presencia de pilotos como el 'Maestro' argentino Juan Manuel Fangio, Mike Hawthorn, Peter Collins, Eugenio Castellotti u Olivier Gendebien, grandes estrellas del momento, el espectáculo parecía asegurado.
Las primeras horas de la carrera lo confirmaron: Fangio y el inglés Hawthorn mantuvieron un intenso duelo, batiendo el crono vuelta a vuelta.
Y así fue hasta la 35. Justo después de haber doblado a 240 km/h al Austin Healey de Lance Macklin, Hawthorn decide parar bruscamente en boxes para repostar.
El motor explotó como una bomba
Frena brutalmente gracias a sus frenos de disco, por aquel entonces revolucionarios, cortando el camino a Macklin, quien lo evita apartándose, pero poniéndose en medio de la trayectoria de Levegh, doblado.
El Mercedes del francés, que llegaba a toda velocidad, impacta contra la parte trasera del monoplaza Austin Healey y sale por los aires, fuera de control.
Fangio, que llega justo por detrás de Levegh, evitó por poco el accidente.

El 300SLR plateado cae sobre un muro entre la pista y las gradas y explota. Su motor situado delante, ardiendo, explota como si se tratase de una bomba en medio de la multitud, troceando y decapitando a los espectadores.
Los primeros bomberos en llegar trataron de apagar el incendio con agua, pero como la carrocería del Mercedes contenía magnesio, el agua alimentó aún más las llamas.
El cuerpo de Levegh yace sobre la pista, con su mono hecho jirones. En medio de la confusión, Hawthorn es obligado a volver a la pista sin haber repostado.
En la siguiente vuelta vuelve a parar y completamente aturdido, no quiere continuar. Es su compañero Ivor Bueb quien toma el volante del Jaguar antes de que el director de la escudería británica, Lofty England, obligue a Hawthorn a volver a tomar el volante.
Una pequeña placa como recuerdo
Después de varias horas de incertidumbre, los dirigentes de Mercedes-Benz, reunidos en Stuttgart, deciden retirar sus monoplazas de las 24 Horas, pese a que Fangio iba en cabeza. Lofty England rechaza hacerlo.
A las 16:00 del domingo, Hawthorn y Bueb ganan la carrera y Hawthorn no duda en beber el champán que le ofrecen. El inglés se proclamó campeón del mundo de Fórmula 1 en 1958 antes de fallecer en enero de 1959 en un accidente de carretera, en una carrera improvisada contra un amigo que conducía... un Mercedes.
El año siguiente, la pista se ensanchó delante de las tribunas, dejando más espacio para los monoplazas pero también alejando a los espectadores de la pista.
A día de hoy solo queda de recuerdo una pequeña placa fijada en el muro, a los pies de las gradas, en el punto en el que hace 70 años se estrelló el Mercedes de Levegh. En ella se lee "In Memoriam 11 juin 1955" con una simple cruz.
AFP
Noticia rastreada 10 de junio 2025 - 16:15 CET @bostero.dev