
El empate 0-0 de Uruguayante Bolivia en El Alto, a 4.100 metros sobre el nivel del mar, cerró para los celestes la doble fecha de Eliminatorias de marzo para el Mundial 2026 en la que el saldo sigue siendo negativo en todos los aspectos. Un punto de seis y una estadística que cada día se hace más pesada para los celestes y para Marcelo Bielsa; un indisimulable déficit futbolístico, y la crisis anímica, maquillada en Bolivia, se transforman un lastre muy pesado que terminó de frenar aquel ascenso fulgurante de las seis primeras fechas de este clasificatorio.
Uruguay cierra marzo cuarto o quinto en la tabla de posiciones de las Eliminatorias, cuando el pasado jueves entraba segundo a estos partidos ante Argentina y Bolivia, y en el próximo partido definirá ante Paraguay en Asunción si es capaz de sostenerse en este lugar de la tabla o si sigue cediendo para caer al sexto puesto.

Está muy claro que Uruguay va a ir al Mundial, porque Bolivia, séptimo, no tiene capacidad futbolística (ni los puntos) para ganar una de las seis plazas directas que tiene Conmebol para el torneo del año que viene.
Pero, del hecho que la clasificación no corra riesgo a que el desempeño se encuentre en los niveles más críticos hay un asunto enorme para resolver.
Uruguay dejó de ser el Uruguay que Bielsa había planteado en 2023, y el entrenador no es capaz de reconstruir aquello a lo que le había dado tan hermosa forma.

Las estadísticas son terribles para Bielsa. Un triunfo 11 partidos, ocho partidos de esos sin goles convertidos, y con Darwin que festejará un año sin marcar en la selección en junio, es un exceso para cualquier selección uruguaya, y mucho más para una dirigida por el entrenador argentino.
Definitivamente se rompió algo en la selección y el tiempo se encargará de expresarlo de alguna forma, porque no resiste ninguna explicación el momento de Uruguay, con una deuda enorme de Bielsa y un largo camino para reconstruir aquel hermoso proyecto con el que desembarcó el entrenador argentino, que hizo realidad rápidamente y que también destrozó con la inexplicable forma en que condujo a la selección en la Copa América 2024, que fundió física y futbolísticamente sin dejar espacio ni margen para nada.
Porque después de aquel manejo que Bielsa le dio a la selección en el torneo de EEUU del año pasado, nada fue igual.
Lo que nadie puede discutir es que Bielsa tiene a un plantel riquísimo, y que Uruguay está en deuda.
Es cierto que desde el punto de vista anímico dio algunas señales en El Alto, pero no es suficiente.

Un punto en seis en la doble fecha de marzo. Cuatro en seis en noviembre 2024; uno en seis en octubre y dos en seis en setiembre, se tornan muy pesados de sostener, y no resiste más esta realidad de la selección que está pidiendo a gritos una señal de peso, que realmente le permita al hincha volver a creer en estos futbolistas y en el entrenador.
¿Cómo es posible que Uruguay haya ganado solo ocho de los últimos 24 puntos en Eliminatorias? Y que ese camino esté manchado por dos rachas sin goles de 212 minutos primero, 416 después, y ahora ya lleva 184 minutos desde el gol que Federico Valverde le anotó a Brasil en noviembre.
Uruguay está en serios problemas, que no son definitivos porque la selección tiene enormes jugadores, pero que necesita una recuperación inmediata, y exige que Bielsa brinde respuestas en la cancha porque de esta forma Uruguay no será protagonista en el Mundial del próximo año.
Noticia rastreada 25 de marzo 2025 - 03:00 CET @bostero.dev