De Esino Lario a Montevideo: la huella de José Nasazzi y los héroes de Colombes 1924


Desde Esino Lario en Italia hasta barrios uruguayos, el legado de José Nasazzi y los campeones de 1924 trasciende generaciones con torneos, calles y estadios

Inmerso en las montañas del norte de Italia se encuentra Esino Lario, un pequeño pueblo en la zona de Lombardía que no llega a los 800 habitantes. Ahí se custodia la memoria de un uruguayo: José Nasazzi.

Lideró a la Celeste en los Juegos Olímpicos de París de 1924. El 9 de junio de ese año, la selección uruguaya de fútbol se alzó con el oro olímpico en Colombes. El equipo se enfrentó a Yugoslavia, Estados Unidos, Francia, Países Bajos y Suiza. Dio origen a la vuelta olímpica y puso a Uruguay en las portadas europeas. Y es la razón de la primera estrella dorada que tiene la camiseta uruguaya de fútbol.

El equipo que dejó el Puerto de Montevideo sin ser favorito en aquel entonces regresó a ese mismo lugar como campeón del mundo.

La selección de Uruguay dando la primera vuelta olímpica de la historia en los Juegos Olímpicos de París en 1924

Durante los siglos XIX y XX miles de europeos, principalmente españoles e italianos, llegaron al Uruguay para buscar una vida mejor. Ese hecho marcó la separación de muchos hogares, incluido el del padre de José Nasazzi, que emigró de Italia a finales del siglo XIX, según Flavio Nasazzi, un descendiente lejano del futbolista.

Mientras que él dejó Italia dentro del contexto del fenómeno migratorio motivado por la pobreza y la falta de oportunidades, parte de su familia permaneció en Italia, en Esino Lario.

Allí, el apellido Nasazzi perduró. Flavio Nasazzi mantiene viva la memoria del capitán legendario. Desde 2018, allí se realiza el torneo memorial José Nasazzi - El Gran Mariscal, que congrega a más de 130 niños de la región, y su sede alterna entre Esino Lario y el pueblo vecino de Colico.

Aunque el Mariscal no tuvo descendientes directos, y tampoco vivió ahí, su marca sigue viva como parte de la historia de un pueblito italiano, pero también del fútbol mundial.

Pero el legado de José Nasazzi trasciende al rincón italiano. En Uruguay, da nombre al estadio del Club Atlético Bella Vista y a una calle en el barrio homónimo. Y también vive inmortalizado en calles del país junto con otros de sus compañeros.

Una victoria con un legado histórico, deportivo, pero también geográfico. Una victoria con ecos que resuenan entre bloques de construcción o metros de cemento alisado.

Selección de Uruguay en la gira previa en San Sebastián, previo a los Juegos Olímpicos de 1924.jpeg

De los 22 inscritos en la nómina de Colombes, 13 de ellos tienen vías a su nombre. José Leandro Andrade y Zoilo Saldombide dan vida a las Plazas de Deporte de sus ciudades natales. Salto y Santa Lucía, respectivamente.

Pedro Arispe se impone en el Cerro. Una avenida, un mosaico entre las calles Inglaterra y Grecia, y el estadio de Rampla Juniors llevan su nombre y apellido.

Pero no todo son jugadores. En la ciudad de Mercedes se encuentra un pasaje de nombre único. Es una calle interna que se denomina 1924 Colombes. Aunque también, es cierto, en Uruguay hay muchas calles que se llaman solo bajo el nombre Colombes.

Así como en el Prado y el Cerro se recuerda a los jugadores, en San José de Mayo el Estadio Casto Martínez Laguarda celebra a uno de los delegados que hizo posible la participación de la Celeste en las olimpíadas.

En Florida se encuentra el Estadio Campeones Olímpicos, cuyo nombre fue modificado en 1952 al añadir la palabra campeones como homenaje a los héroes de 1924 y 1928.

No es el único lugar que ha cambiado de nomenclatura. En Lavalleja, el área donde se encontraba el Hipódromo de Berrondo, pasó a llamarse Barrio Olímpico con motivo de la victoria uruguaya. Desde entonces, es el epicentro de la actividad física en Minas con un estadio y una Plaza de Deportes.

En Maldonado, se encuentra el barrio Las Cooperativas. Allí, la calle Pedro Petrone se cruza con la Héctor Pedro Scarone, y a unas cuadras la Santos Urdinarán es paralela a la José Nasazzi.

En Casavalle, Montevideo, sucede algo similar. En la zona de Nuevo Ellauri Pedro Petrone se encuentra con otro de sus compañeros, Ángel Romano, y a dos cuadras aparece Pedro Domingo Etchegoyen.

En Playa Pascual, San José, se encuentra el barrio Villa Olímpica. Ahí no solo los jugadores de 1924 aparecen en sus letreros. Una cancha de fútbol frente a la playa completa la postal de una urbanización que rememora el triunfo olímpico en sus esquinas.

Entre Botafogo y River Plate está la calle Dr. Atilio Narancio, que rinde honor a uno de los hombres que hizo posible el viaje a París. Narancio le prometió a la selección que si ganaban el Campeonato Sudamericano de 1923 los llevaría a los Juegos Olímpicos del año siguiente. Y cumplió.

Los nombres de quienes estuvieron juntos en la cancha, ahora, reposan al lado del otro en el Panteón de la AUF, en el Cementerio del Buceo. Las estrellas de 1924 se encuentran de nuevo en las esquinas de tres barrios.

Los campeones crearon la tradición de reunirse cada 9 de junio para conmemorar la histórica victoria olímpica. Así fue posible mantener vivo el recuerdo de su hazaña, y también reforzó el lazo que los une como héroes.

En la actualidad, sus nombres se esparcen por el país en plazas y avenidas.

Este artículo fue producido en base al proyecto final de tesis de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad de Montevideo: “1924, el legado de la primera estrella”. El equipo de investigación estuvo compuesto por Rodolfo García Torres, Ianina Coutinho, Julieta Vargas, Catalina Zabala, Bruno Masello y Felipe Capó.

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